Acabemos con el mito de que la diabetes y el azúcar en sangre se pueden controlar perfectamente. Es imposible, puesto que existen numerosas circunstancias que afectan a la gestión de la diabetes y al azúcar en sangre que no se pueden llevar a rajatabla en su totalidad cada día.
Por ejemplo, no se puede comer perfectamente todo el tiempo. Habrá ocasiones en las que te resulte imposible hacer ejercicio. También es posible que te olvides de tomar la medicación o de anotar el azúcar en sangre alguna vez.
Además, aunque sabemos que mantener el azúcar en sangre dentro del rango de objetivos recomendado retrasa o previene las complicaciones de la diabetes, no siempre puede conseguirse. Cada día, nuestros cuerpos llevan a cabo continuamente numerosas funciones metabólicas que afectan al azúcar en sangre, la mayoría de las cuales nos pasan desapercibidas. También hay situaciones como enfermar, estresarse o dormir mal, que pueden afectar al azúcar en sangre y a nuestro estado de salud como pacientes de diabetes.
La perfección requiere un alto precio, dado que puede afectar negativamente a nuestra tranquilidad o limitar algo que queremos probar por miedo a equivocarnos. Si esperamos controlar la diabetes a la perfección y no lo conseguimos, puede que nos sintamos frustrados. Para ciertas personas, establecerse la perfección como objetivo y no alcanzarla les hace descuidar su diabetes por completo.
Un psicólogo me dijo una vez: «los seres humanos no están hechos para ser perfectos. Con respecto a la diabetes, le digo a la gente que lo haga lo mejor posible y que sepa que con hacerlo bien, basta».
Hay otro mito que cree la gente, que es que se puede controlar el azúcar en sangre, pero esto, al igual que ocurre con la perfección, no es posible. Existen demasiados factores que afectan al azúcar en sangre. Es posible que hayas oído hablar del factor «X». Es cuando hacemos lo mismo dos días seguidos, ingerimos las mismas comidas y cantidades y hacemos el mismo ejercicio, y sin embargo las cifras de azúcar en sangre varían. La idea del control es un planteamiento mecánico. Se basa en que, si se hace algo determinado, pasará algo específico. Esto es cierto en el caso de las máquinas, pero no en el de nuestros cuerpos.
Ahora puede que te desanimes al pensar que no puedes gestionar la diabetes a la perfección o controlarla, pero en realidad es algo positivo. Te libera de tener que estar en constante tensión y de culparte cuando parece que lo estás haciendo bien y los resultados no son los que esperabas.
Entonces, considerando que la perfección y el control no son los objetivos, ¿a qué debemos aspirar? A mejorar. Este sí que es un objetivo realista y recomendable. Puedes intentar hacerlo un poco mejor cada día que pase.
A continuación, encontrarás algunos consejos que te ayudarán a conseguirlo:
1. Pregúntale a tu profesional sanitario cuál debería ser el rango objetivo de tu azúcar en sangre y cómo mantenerlo, lo que incluye saber cómo responde el azúcar en sangre a las diferentes comidas y actividades, y qué hacer cuando el azúcar está fuera de dicho rango.
2. No te fustigues cuando te cueste gestionar el azúcar en sangre o la diabetes. Actualmente, la diabetes es una condición crónica y debes entender que estás corriendo una carrera de fondo, no un sprint. El perdón es una potente energía curativa que puede ayudarte a gestionar la diabetes de ahora en adelante.
3. Olvídate de los prejuicios relativos a la diabetes. No te tomes a pecho las opiniones de los demás y no te juzgues. Las críticas pueden debilitar tu determinación para llevar a cabo las tareas del día a día. En lugar de ello, hazlo lo mejor que puedas y valora lo que haces para controlar la diabetes.
Por último, no hagas que tu vida gire en torno a la diabetes. Tú eres tú y no tu diabetes. Haz lo que te gusta, pasa tiempo con tus seres queridos, disfruta de tus aficiones y vive la vida plenamente y como desees.
Aspirar a hacerlo bien con la diabetes, aunque no alcances la perfección, es un objetivo muy digno. Te sentirás más satisfecho contigo mismo y con todo lo que haces, lo que te ayudará a mejorar. Y no dejes de valorar la propia perfección que implica el simple hecho de ser la persona excepcional que eres.